Ni un paso atrás fue el grito de guerra que se escuchaba en Ecuador en el año 1995, sobre la cuenca del río Cenepa en la frontera ecuatoriana-peruana, época difícil para la población fronteriza que frente a la Guerra o Conflicto del Alto Cenepa, enfrentó problemas económicos que provocaron, entre otras cosas, la migración.
María Amparito Anangonó una gualaquicense amante de su tierra, nos cuenta que fue a partir de este hecho histórico, que su familia comprendió lo que significaba vivir con un familiar en la lejanía, no aquella lejanía del trabajo en el campo, esa “distancia-cercana” que requería una semana trabajando las tierras (agricultura) y regresar a la ciudad el fin de semana para disfrutar con su familia, sino aquella lejanía que implicaba que el jefe del hogar, su padre, Don Gustavo, tomará por primera vez un avión y partiera a Estados Unidos para conseguir dinero para la educación de sus hijos. Fue después de 15 años, a su retorno, cuando compartió con sus hijos su más grande enseñanza “no hay dinero que compense la libertad de comer un arroz con huevo junto a tu familia”.
Amparito labora en la Unidad Educativa Fiscomisional Río Cenepa, entre pasillos, descubrió que las emociones que ella sintió en su adolescencia a causa de la migración, son el diario vivir de muchos de los alumnos. Esta realidad no podía dejarse ahí, era importante contarla, pues es una realidad de los habitantes del cantón Gualaquiza que se encuentra posado en las estribaciones de la Cordillera Oriental y la Cordillera del Cóndor, al extremo sur de la Provincia de Morona Santiago.
Mientras en el colegio, en Gualaquiza se escuchaban historias de migración en los pasillos, en Quito, CIESPAL abría un taller de Producción Audiovisual con tecnología HD, pero para postular a una beca era importante presentar un proyecto, fue ahí que Amparito decidió emprender un camino desconocido, la producción audiovisual, pero con todo el conocimiento necesario sobre la historia a contar. Preparó, junto a jóvenes de su ciudad que conforman el taller Saltimbanqui, una propuesta en la cual contaban una de las tantas historias que pueden hablar sobre migración. Esta propuesta fue valorada por el equipo técnico del centro internacional y fue aprobada.
En febrero de 2018, CIESPAL capacitó a 12 participantes, cada uno con proyectos diferentes, entre los becarios pulieron todas las propuestas dejándolas listas para su desarrollo. El compromiso institucional de CIESPAL era el acompañamiento para que estos proyectos vieran la luz, pero como nos comentan Lange Posso, Franklin Aguilera y Juan Carlos González miembros del equipo de producción audiovisual de CIESPAL, dependía de la decisión de cada participante. Para sorpresa positiva, el proyecto de Gualaquiza, que en ese momento ya tenía el nombre de “Miel y Panela”, fue el que los contactó.
Amparito comenzó el trabajo en territorio y este consistió en reproducir lo aprendido en Quito a los jóvenes del taller Santimbanqui, lo hizo guiada por el equipo de CIESPAL, quienes le enviaban material audiovisual para el proceso. Los jóvenes que se encontraban entre los 12 y 18 años, sin ofrecerles recompensa académica (calificación alguna en el colegio) terminaban sus tareas y obligaciones del hogar para ir a la capacitación y los ensayos, se apropiaron de la historia y la afinaron.
La invitación llegó a CIESPAL, la Unidad Educativa Fiscomisional Río Cenepa había gestionado la movilización, hospedaje y más para que este sueño se hiciera realidad, los docentes llegarían desde Quito y todo debía estar listo para empezar a grabar, fue así que el 14 y 15 de julio se realizó la producción.
Miel y Panela es un corto que trata de rescatar la belleza de un pueblo agrícola, las ventajas y la tranquilidad de vivir junto a la familia, mantener las raíces de su tierra y encontrar la manera de luchar por mejorar económicamente sin necesidad de salir del país. La historia afronta el «sueño americano» desde la mirada adolescente, Catalina anhela viajar al extranjero, pero junto a sus amigos y compañeros del colegio que buscan ganar un concurso, se reencuentra con su tierra, con el olor de la miel y la panela, con el sacrificio que significa conseguirla pero con la dulzura y la paz de disfrutarla en familia.
CORTO
La producción de este corto permitió a cada uno de los jóvenes encontrar habilidades que desconocían y les abrió las puertas a un nuevo campo laboral, encontramos a un excelente fotógrafo así como una futura actriz que espera representar al país. La brillantez de nuestro Ecuador está ahí, en la juventud, son diamantes que necesitan ser pulidos para irradiar luz.
El corto fue estrenado en agosto de 2018, tuvo su propio material promocional con pulseras y su canción Miel y Panela, cuyo autor, compositor e intérprete fue José Luis Quezada, con el apoyo en interpretación de Patricia Alba, la producción estuvo a cargo de Julio Brito.
GALERÍA FOTOGRÁFICA